Muchas veces me he interrogado acerca de qué es el hombre. Uno ha leído sobre esto… de todo, la verdad. De todo se ha escrito. Me quedo con el clásico: el hombre es cuerpo y alma. Pero, ¿qué significa ser cuerpo y alma? ¿No es un tanto etéreo? Sin duda es una síntesis muy síntesis. Veamos el cuerpo, la parte visible del ser humano. El armazón es mecánica. El impulso es química. El esqueleto humano, las manos, los pies, la columna vertebral son una síntesis mecánica exelente. El equilibrio de un ser que se apoya en dos puntos. El «homo erectus» es simplemente una maravilla de la ingeniería. Pero esta maravilla es predicable de otros seres, mono incluido. Por cierto -hago un paréntesis- no sé si procedemos del mono. Puede ser pero siguen faltándo eslabones en esta evolución que los cientificos admiten como «la» hipotesis.
Veamos este eslabón perdido, que es indudablemente la parte química del ser humano. La quimica humana es otra maravilla en este caso es una fenomenal ingeniería química. La química esta combinada con precisión divina con la mecánica del cuerpo. El corazón necesita de la química para funcionar, pero la mecánica es necesaria para el bombeo de la sangre y para muchas funciones fisiológicas. Física y química. ¿Falta algo? Sí, falta algo, falta el «software». Nacemos con una programación inicial muy importante grabada en los genes, pero cada uno de nosotros tiene un «software» muy especial. Es un soft que nos hace distintos, individuos, únicos, seres queridos y pensados para ser realmente como somos. Alguién se ha preocupado de instalarnos nuestro «software» personal e instransferible. Nos descargan nuestro propio yo. Este yo que nos hace «casi» divinos, porque el «software» es tan simple y complejo, tan grande y tan pequeño, que sólo puede pensarlo alguién con capacidad de crear desde la nada. Nuestro «yo» personal y propio no es una evolución, es una creación individual para cada uno. Nos hace distintos y a la vez iguales. Nos potencia hacia el infinito a la vez que nos da algo simplemente paradójico: la libertad. La libertad es el derecho a trazar nuestro propio camino. El que nos descargó el «software» propio e individual, intransferible e inalienable nos descargo una aplicación «free ware». Podemos manipular nuestro programa, incluso podemos llegar a destruirlo. Nos podemos cargar el software a base de química o simplemente queriéndo ser distintos a lo que nos suguiere el programa por defecto.
Somos una maravilla. El ser humano me tiene absolutamente asombrado. El programa que instala el software genético es fantástico pero lo mejor es la individualidad: el «software» que nos descargan y nos hace ser uno mismo. A este software yo le llamo alma.
Antoni Bosch Carrera. Notario de Barcelona y profesor universitario.