Los disturbios de Londres son noticia, en la línea de los «indignados» españoles o los de Tel Aviv, el Norte de África o un poco antes la «banlieu» francesa. Fenómenos con denominadores comunes: crisis económica y social y -añado- crisis personales, individuales. Parto de un hecho: desde 1945 -final de la II guerra mundial- no existe una confrontación mundial sino crisis regionales o crisis civiles internas. Siempre es el mismo fenómeno: los más desfavorecidos, los expropiados, los que se creen vejados o mal queridos se rebelan. Es el cabreo, hoy el cabreo mediático.
Fué la revuelta del pan o la falta de ascensor social. Esta vez ¿qué ha fallado? Pienso que el error ha estado en el papel del Estado y de su dimensión. Ciertamente la crisis empieza con la especualción desmedida al vender unos activos financieros triple A (las Agencias de Calificación ahí no estuvieron «tan» atentas) cuando eran en realidad bonos basura. Acto seguido el Estado empieza a poner millones de dolares / euros en el sistema financiero; social; económico y todos -todos es todos- ven que no se puede vivir endeudado y solucionar las deudas con más deudas. Empiezan los recortes. Sigue el enfado. La mentalidad social es: !oiga, tengo derechos, usted arregle las cosas y deme lo mío!
Pienso que al fin y a la postre la crisis es de mesura: de falta de mesura personal y colectiva para ser exactos. Las familias pueden endeudarse pero con un límite. Los Estados pueden endeudarse pero con un límite. Las familias, las personas, los Estados pueden gastar pero no derrochar. El mundo occidental esta pagando su propio exceso. El mundo occidental somos nosotros: todos. Este, aquel, nosotros, tu, yo, ellos… Esta crisis mundial es también una crisis personal, una crisis de mesura personal. La virtud esta en el medio decía Aristóteles y casi siempre tendemos al extremo.
Los barrios de Londres son la manifestación de un malestar. Otros indignados. ¿Contra quién? Contra nosotros mismos. Es la manifestación violenta de la impotencia del ser humano atrapado por las estructuras de una sociedad que es democrática pero que sabe poco de matices. !Caray con el matiz!
Antoni Bosch Carrera. Notario de Barcelona y profesor universitario.