La tercera desamortización

225px-Juan_Alvarez_MendizabalGeneralmente se entiende por desamortización la expropiación –en ciertos casos sin justo precio- que se produjo de los bienes de la Iglesia o del Estado al considerarse como  bienes en “manos muertas”, o bienes mal gestionados, o simplemente baldíos o yermos.  La desamortización de Mendizábal (1836) supuso que muchas fincas –gran parte de ellas incultas o  con un bajo rendimiento- fueran  expropiadas y luego vendidas a los mejores postores, generalmente la oligarquía. No podemos olvidar que la desamortización de Madoz (1855) fue mucho  más importante pues afecto no sólo a bienes eclesiásticos, sino a bienes del Estado, bienes comunales, de la Beneficencia e Instrucción pública, Órdenes militares y un largo etcétera de Instituciones muchas de ellas civiles. Las desamortizaciones produjeron grandes beneficios y  además fueron el inicio de la burguesía liberal del siglo XIX,  antecedente de la clase media actual.

El efecto de la desamortización en la economía española fue altamente beneficioso. Se liberaron millones de hectáreas de terreno y de edificios de sus trabas jurídicas –los fideicomisos, los mayorazgos, las capellanías y obras pías, las herencias de confianza- y entraron en el mercado como bienes libres y no gravados. Fue probablemente el primer gran éxito del liberalismo económico español del siglo XIX.  El otro éxito fue político pues el país empezó a organizarse como un Estado a pesar de la queja de Balmes en 1840 “no se puede estar tranquilo bajo las condiciones en que se encuentra España, dónde todo es provisional, todo incierto: no hay monarquía absoluta, ni gobierno representativo, ni dictadura militar, sino confusa mescolanza, una situación indefinible, monstruosa, en que no prevalece ningún principio fijo, en que no gobierna ninguna regla” (Consideraciones Políticas sobre la situación de España (Agosto de 1840).

No obstante, la economía española tuvo una segundo desamortización  a caballo entre el sigo XIX y el XX.  Como pone de relieve Javier Tusell (Historia de España en el siglo XX) la “pérdida de las colonias tuvo unas consecuencia paradójicamente positivas” pues supuso la repatriación de grandes capitales que  durante siglos se fueron invirtiendo en las colonias y que quedaron desamortizados en contra de  España por los nuevos gobernantes de las antiguas colonias. El efecto económico de la llegada de los capitales extranjeros modernizó España al optarse con estos capitales por inversiones de carácter más productivo.  Se pudieron  capear los treinta primeros años del siglo XX que se caracterizaron por una enorme inestabilidad política y social gracias a que el porcentaje de la industrialización española se elevó del 20 al 31 por ciento del PIB como el citado Tusell  recuerda.

La tercera desamortización es más reciente y ha tenido dos fases. La privatización  de las grandes monopolios franquistas  fue la primera etapa. Telefónica, Tabacalera, Argentaria, Endesa, Iberia, Empresa Nacional de Autopistas, Transmediterránea, Azucarera Española, Campsa-Repsol  y una larga lista de empresas que formaban parte del sector público. El periodista Mariano Guindal  (El Declive de los Dioses, 2011)  explica que “Rato era consciente de que la única manera de cumplir los criterios de convergencia con la UE era privatizar las empresas públicas”.  Esa fue la tarea de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). Estas privatizaciones combinadas con la expansión del crédito  a partir de la entrada  del Euro dotaron a la economía española   de empresas con músculo financiero que eficazmente gestionadas se convirtieron en auténticas multinacionales. En su segunda etapa, la tercera desamortización  ha supuesto la privatización de parte del sector bancario –las antiguas Cajas-, proceso que estamos viviendo ahora. Las Cajas no eran públicas, pero al ser Instituciones de tipo fundacional su gestión quedo en la mayoría de los casos en manos de las Comunidades Autónomas, de las Diputaciones, Cabildos o Municipios.  En una palabra, sus gestores fueron políticos o gerentes nombrados por políticos. Es conocido como se han gestionado las Cajas de Ahorro y el enorme  quebranto económico a resultas de la gestión llevada a cabo. La sociedad española ha tomada nota. Esperemos que no vuelva a ocurrir.

Estamos inmersos en esta nueva desamortización. El sector público o el sector privado ineficiente y mal gestionado –las Cajas de Ahorro- han sido recapitalizadas y gestionadas  por financieros especializados, –en principio- buenos y eficientes administradores. Este ha sido el proceso y este proceso tendrá sus efectos más pronto que tarde. La eficacia en la gestión y el saneamiento de los balances producirán un efecto positivo en el crédito y en la economía española y ayudara a salir de la crisis. Al tiempo. Al recuperarse las Cajas deberán devolver los préstamos con sus intereses y restablecerse la “injusticia” que su recapitalización supone.

Lo que se ha hecho el Partido Popular en solo año ha sido una nueva “desamortización”, es decir, pasar del sector público o del sector privado ineficiente –manos muertas- bienes, hoy empresas,  al sector privado que confrontado con el mercado es siempre más eficiente y flexible. No creo que exista otra solución. En cualquier caso el tiempo acaba poniendo las cosas en su sitio.

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