El primer asesinato de un tirano conocido sucedió en Grecia. Fue en el año 514 antes de Cristo. Los autores dos griegos, Harmodio y Aristogiton. Consiguieron su propósito, pero de inmediato fueron apresados. Harmodio muerto y Aristogiton torturado.
Desde entonces se han sucedido los tiranicidios. El de César a manos de un grupo de patricios o -por seguir en Italia- el de Mussolini. Hace pocos años el matrimonio Ceaucescu fue asesinado previo un juicio sumarísimo.
El tirano es un ser que aparece como un gobernante depósito, egoísta y sin escrúpulos. El tirano en la antigua Grecia personificaba al gobernante que había llegado al poder por la fuerza.
Curiosamente, han llegado al poder por la fuerza otros gobernantes. Es el caso de los revolucionarios. La Revolución comunista atemorizó Rusia durante más de 70 años y cayó como un azucarillo. Detrás de esta revolución sucumbieron las del telón de acero según frase de Churchill que atemorizaban a media Europa. Todas disueltas como un azucarillo. Pero de los tiranos del comunismo nada más se supo.
Los tiranos y las revoluciones acaban siendo vencidas. La diferencia es que el tirano es asesinado y el revolucionario muere muchas veces en la cama como Lenin, Stalin o Fidel Castro. La revolución acaba por caer pero cuándo y por qué suele tener su misterio.
Estoy convencido que las revoluciones más longevas como la cubana o la China seguirán el mismo camino. También estoy convencido que la toma del poder por la fuerza acaba siempre mal.