Sufre la crisis el sector privado. Los transportistas, los pequeños comerciantes, los médicos, los abogados, las clínicas, los dentistas, los cirujanos plásticos, asesores fiscales, los vendedores de bolsos, las floristerías, las tiendas de informática, comerciantes, y un largo etcétera.
No sufren la crisis los funcionarios. Los maestros y profesores de universidad, los funcionarios del Ayuntamiento, los funcionarios de la Generealitat, los médicos de los hopspitales, las enfermeras, los funcionarios de los Ayuntamientos, los policías, los mossos de esquadra, y un largo etcétera.
La crisis ha cercenado los beneficios de los empresarios, y autónomos, y los ha puesto en números rojos. Han tenido que despedir a muchos empleados. En cambio el sector público sigue ahí, incólume. El mismo número de funcionarios, el mismo gasto de luz, de agua, quizás más de teléfono.
Esta es una manifestación de la graveda del problema: la economía productiva se hunde, y la Administración ahí sigue. Pienso que con este falso equilibrio es imposible mantener la economía española a flote.
Antoni Bosch Carrera. Notario de Barcelona y profesor universitario.