En la antigüedad se celebraba en esta fecha el año nuevo celta, con el cambio estacional, y en la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre el espíritu de los muertos regresaba a sus hogares y vagaban por el mundo todo tipo de seres sobrenaturales.
La Iglesia Católica pasó a celebrar en esos días dos importantes fiestas: Todos los Santos y los Fieles Difuntos. De hecho, el nombre Halloween es la deformación estadounidense del término inglés-irlandés «All Hallows’ Eve», que significa Vigilia de Todos los Santos. Los emigrantes irlandeses llevaron esa costumbre a Estados Unidos, desde donde se extendió al resto del mundo gracias a la influencia de la cultura popular estadounidense: cine, televisión, música y ocio en general.
Los españoles consumen Halloween igual que Coca-Cola, McDonalds, cine de Hollywood y jeans, porque las empresas estadounidenses son maestras en el diseño de eficaces campañas de mercadotecnia y el comercio local se suma gustoso a esas modas, si ve una ocasión para vender.
Las propuestas son cada vez más extravagantes. Sirva de ejemplo la oferta de algunos locales que ha trasladado a Efe la Asociación Empresarial de Hostelería de la Comunidad de Madrid. Una noche oscura dedicada a la práctica del vudú, con muñecos de trapo o gallos decapitados; un laboratorio lleno de probetas burbujeantes, doctores locos y enfermeras diabólicas, o un plan de «noche de difuntos» con «crisantemos, crucifijos y llanto de muchas plañideras». Los amantes del cine pueden ir a un cóctel «Freddy Krüger» o «Alfred Hitchcock» donde habrá sustos para todos.
En resumen, bussiness are bussiness
Antoni Bosch Carrera. Notario de Barcelona y profesor universitario.