Los países pueden tener prestigio en el concierto de las naciones. Pueden tenerlo y pueden perderlo. Desgraciadamente España ha perdido el gran prestigio que tenía. Aznar consigio poner a España entre los grandes y Zapatero lo colocó entre los pequeños. ¿Recuerdan ustedes la sentada ante la bandera americana? ¿Les suena dejar plantados a líderes internacionales en conferencias o reuniones? Estos son «pequeños» detalles que luego se pagan.
Pongo el ejemplo de cómo afecta la pérdida de prestigio de un país. Cuando quedo vacante el puesto de Director Gerente del FMI (Fondo Monetario Internacional) se pensó como manda la tradición pactada en que el lugar fuera para Europa. Se buscaba un sustiuto europeo. Ese fue Rodrigo Rato. Vistáse de novedad, ágil gestión de la diplomacia española, valía del ex-ministro, lo que se quiera, pero el hecho es que el prestigio de España jugó en favor de Rato. Ahora ha quedado vacante el puesto otra vez por el «affaire» Strauss-Khan. ¿Algunos de los nombres que han sonado tenía grafía o acento español? Ninguno. La falta de prestigio de España ha jugado en contra de -aunque fuera- barajar un nombre hispano.
Ejemplo final. Obama viene a Europa. ¿A dónde viaja? España ni la pisa. No contamos, y es por muchas razones que se resumen en una: falta de prestigio del país. Este es el tema.
Antoni Bosch Carrera. Notario de Barcelona y profesor universitario.