Durante varios días he publicado comentarios alrededor del mismo tema. Este tema no es otro que el sentimiento de fragilidad y miedo del ser humano. Este sentimiento es más evidente y lacerante en estos precisos momentos atacados por el COVID-19.
Este sentimiento existente sugiere muchos puntos de vista. Uno, -que me gusta- consiste en poner en comparación al hombre actual, el ser humano alfa, autosuficiente, poderoso, emancipado de todo, ultra capacitado, con el pobre hombre real arrollado, picado, aguijoneado y atacado por un bichito ínfimo llamado coronavirus. ¿Dónde esta el súper hombre? ¿Dónde la Ciencia todo poderosa?
El hecho es, que al sustituir a Dios por ese súper hombre nietzscheano, por la Ciencia con mayúsculas, hemos perdido un punto de vista precioso. Hemos perdido el sentido de la transcendencia. Hemos perdido la Fe en Dios y la Fe en los demás. Hemos perdido la Esperanza en Áquel en quién creemos, pero no vemos. Cuántas pérdidas, ¿verdad?
Yo estoy convencido que este bicho nos bajará de nuestro arrogante pedestal y que muchos hombres pondrán su confianza no sólo en la Ciencia sino también en Dios.
Antoni Bosch Carrera. Notario de Barcelona y profesor universitario.
Dios y la Ciencia no pueden andar muy lejos. Dios es el generador de todo lo que la Ciencia trata de comprender. Si ambos parecen a veces estar lejos, alguno de esos términos no lo estamos definiendo bien.
Muy bien Toni: Todo el esfuerzo de la Ciencia en lis últimos 3 siglos ha consistido en demostrar que ni el universo ni el hombre necesitan a Dios para explicarse. Y toda nuestra experiencia nos vuelve a insistir en q sin alguien ahi fuera no existiriamos salvo q se dieran un número infinitesimal de imposibles coincidencias.
Y los científicos y loss q les guían lo saben y lo ocultan para intentar engañar al vulgo. Pero no lo han conseguido
Totalmente de acuerdo Valeriano. Dios y la Ciencia no pueden andar lejos. Basta ver los últimos avances de la astrología x citar una ciencia muy cosmológica. Gracias.
A veces se produce una confusión terrible, muy humana, entre Dios y la Iglesia. En este ultimo caso ya entramos en «modo humano» y empiezan las relaciones políticas, de gobierno de la «polis». Claro empiezan a saltar las chispas.