En España también tenemos nuestro particular tea party: el movimiento de los indignados. Aunque el padre espiritual sea Stéphane Hessel, el movimiento cobra fuerza una semana antes de las elecciones municipales de 2011. Desde entonces –y a pesar de las réplicas en todo el mundo- el movimiento languidece. Las mismas dos lecturas: ausencia de un programa realista y ausencia de un liderazgo claro y fuerte del propio movimiento.
Sin embargo, el tea party y los indignados ponen sobre nuestro mantel cotidiano el descontento y la crisis. Esto no se ha acabado. Curioso, a los dos les une lo mismo: !tomemos Wall Sreet !
Antoni Bosch Carrera. Notario de Barcelona y profesor universitario.