El mapa político catalán es absolutamente singular. Las últimas elecciones han aumentado -y gravemente- esta singularidad. ¿En qué consiste? Muy sencillo. Ha ganado pirricamente CIU, un partido de centro derecha. Éste se quiere apoyar para gobernar en un partido de izquierdas y republicano, ERC. Les une una consulta sobre la independencia de Cataluña. Les desunen: las políticas sociales, las políticas familiares, las políticas financieras, su republicanismo, sus izquierdismo, etcétera. Un largo etcétera. Hasta les desune el taranna personal e individual. Sólo les une una voluntad de convocar la consulta. Sólo eso. Para acabarlo de «arreglarlo» hay añadir que estamos ante la crisis más dura desde los inicios de la democracia.
Otro partido, el PP, coincidimos en las políticas sociales, familiares, financieras, es también de centro derecha. Se han apoyado juntos (1996 y 2010). Pero no queremos la consulta y no estamos por al independencia. Apoyamos del 2010 al 2012. Pero somos del PP y parece que todo el que se acerca se quema. O sea. CiU, ¿en quién piensa? ¿en los sufridos catalanes? ¿CiU piensa en salir de la crisis?
Otro partido, el PSC, coincide también en muchas cosas con CiU aunque sea de centro izquierda. Apoya la consulta si bien no es independentista. En el año 1993 CiU dio apoyo al PSOE. Podría encajar. Los momentos son gravíssimos. Basta recordar que sólo en Cataluña debemos más de 45.000 millones de Euros y que número de parados es desanimante y descorazonadora.
Este es el drama de CIU. Ha convocado unas elecciones ilógicas, absurdas e irresponsables. Pensaba obtener mayoría absoluta y ha logrado un pésimo resultado. Bueno, pues a pesar de que ARTUR MAS ha metido la pata y de que nos ha metido a todos en un lío, no reacciona. Como dicen los jóvenes se les ha ido la «olla». A pesar de todo ello, CIU no rectifica. Se alía con el partido con el que menos afinidades tiene, salvo el «dichoso·» referéndum. Este es nuestro drama: vamos a entrar en una situación de absoluta locura, pues con una crisis de narices y que exige un timón firme y una voluntad férrea, nuestros líderes -si se les puede llamar así- nos llevan a la penuria social, política y económica.
Lo razonable no es eso. «No es aixó, companys, no es aixó» como cantaba Llach, aunque sea dramaticamente paradójico. Lo razonable era que Artur Mas reconociera que ha metido la pata. Una vez reconocido el error -nunca debió convocar esas las elecciones- llamar a todos los partidos para hacer un Gobierno con el objeto de salir de la crisis. Algunos no habrían entrado, pero otros sí. Con este objetivo y esa prioridad CiU tendría apoyos estables y coherentes con sus políticas. Eso era razonable. Incluso cabría la geometría variable otra vez… Ahora toca pensar en los sufridos catalanes. No salimos de nuestro asombro al ver las propuestas que van apareciendo en la prensa. Lo de menos será tocar fondo, !vamos a escarbarlo!
Digo yo, si se ha esperado 300 años para la plenitud de los tiempos, bien puede esperarse diez años más, ¿no? El cielo independiente seguirá allí.
Aún estamos a tiempo. O nos gobierna el seny o nos gobierna la rauxa. Tristemente la elección depende de esa persona que parece haberlo perdido.
Antoni Bosch Carrera. Notario de Barcelona y profesor universitario.