(Historia real, contada por Ana al menda. Todos los nombres, incluido el de Ana son de ficción)
Fátima no llega al mes. Nació de casualidad. Su madre –inmigrante en el barrio del Raval de Barcelona- quedó embarazada hace poco más de 9 meses. Fue al médico del seguro, y le diagnosticaron a su bebe espina bífida. Fue el propio médico el que le propuso el aborto para no tener mayores problemas, dijo. FATIMA lo estaba pasando fatal. Su pareja, sus padres, su entorno le parecía bien. Aborta le decían, tu vida será muy difícil; siempre esclava de tu hijo; es legal; será infeliz un hijo así.
Mi amiga visita como voluntaria familias en el Raval, y conoció a FATIMA. Le contó su situación. Ana le ánimo a una segunda opinión médica. FATIMA dudaba. Al final accedió. Fueron a un ginecólogo conocido de Ana. Las pruebas no presentaban ninguna deformidad. Hicieron una tercera prueba. El bebe estaba bien.
Al final, y con la ayuda de Ana y otras amigas, FATIMA decidió seguir adelante con su embarazo. Le costo, pero aposto por la Vida. Fueron meses malos: angustia, temor, esperanza, ilusión. Su corazón estaba roto. El mundo tambaleba a su pies, las incomprensiones crecieron, a veces, de los más cercanos.
Llego el día, el día de los Santos Inocentes –ya sabéis Herodes, los bebés muertos-. Buf!! Esperanza y miedo otra vez. ¿Qué pasara?
Nace la niña. Perfecta, monísima, nada de la espina bífida. La madre contenta, feliz, es su hija, la quería tanto … su corazón se había dilatado tanto… Había sufrido tanto… Pero valió la pena sufrir. Ahora la tenemos entre nosotros. Sana y salva.
– Ana –me dice- no entiendo como somos tan insensibles al drama del aborto, casi 110.000 al año. ¡Qué holocausto!
– Es cierto Ana, e irónicamente le respondo, quizás es que los bebés en vientre de su madre tienen pocos defensores cuando las cosas se tuercen. Menos mal que tú estuviste ahí.
Bien por todos, esta vez fue to be!
Antoni Bosch Carrera. Notario de Barcelona y profesor universitario.
el aborto es un sintoma -entre muchos- de una sociedad en la que hablamos mucho de justicia y de solidaridad pero en el fondo lo que se considera normal es pensar solo en uno mismo…
el padre jesuita González Faus escribió estas hermosas palabras
«Que «tengo derecho a hacer lo que quiera con mi cuerpo» lo he oído decir a más de un drogadicto. Y no: por nuestro que sea, el cuerpo merece también un respeto. Creerse con derecho a disponer de una vida indefensa solamente porque estorba no tiene nada que ver con una mentalidad de izquierdas, más bien es fascismo puro y duro. El afán de sustituir la expresión aborto por la más políticamente correcta de interrupción del embarazo quizá revele ya una mala conciencia no reconocida.»
EJ
Una bonita historia muy apropiada para el día de Reyes y que me recuerda una importante reflexión, ¿como es posible que hoy en día se operen fetos en el vientre materno para salvarles la vida y a otros se les corte esa misma vida con métodos brutales?
Emiliano, resalto tu respuesta del jesuita Gonzalez Faus. En concreto, que lo del derecho al cuerpo lo ha oido decir a más de un drogadicto. El cuerpo se merece un respeto. Y en nuestra sociedad t-dan altibajante- o se lo dámos en exceso, o por defecto. Por defecto, es no respetar al bebe que esta en el seno de la madre. Por exceso, las operaciones de cirugia estética -de hombres y mujeres- absolutamente desproporcionadas. Es decir, que no hay proporción entre el efecto -un mejor imagen, que siempre es buena- y el riesgo que se corre.
Me ha parecido muy útil tu comentario.
Alex, te echaba de menos, sí una bonita historia, y una gran paradoja la que cuentas. Feliz año! Y espero que los Reyes nos traigan más coherencia.
Alex nuestra sociedad esta llena de paradojas, y contradicciones. La cuestión es que estra «paadoja» tiene en su extremo un ser humano que no puede defenderse. Gracisa por tu comentario.