LA LUCIDEZ DEL PERDEDOR


En el nuevo año que comienza tenemos 365 días para intentar ir hacia arriba y dejar atrás el derrotismo que ha impregnado este año 2010. Lo que la gente llama éxito no es otra cosa que un cierto triunfo que tiene resonancia social y muchas veces uno se pregunta qué precio se ha tenido que pagar por alcanzarlo. Por otra parte, el fracaso significa que algo en lo que habíamos puesto mucho anhelo e interés no ha salido. He visto a gente triunfar demasiado joven y después, en un breve tiempo, aquella victoria se ha convertido en una auténtica derrota. Por el contrario hay derrotas que, bien asumidas, se convierten con el paso de cierto tiempo en genuinas victorias. La derrota es lo que te hace crecer como persona. La derrota enseña lo que el éxito oculta. Es la lucidez del perdedor, la nitidez de aprender que la vida es la gran maestra, que enseña más que muchos libros…

tres caras

Tener una personalidad madura es un trabajo noble y decisivo y es el puente levadizo que lleva al castillo de la felicidad. Todos tenemos tras caras: lo que pienso que soy (auto concepto), lo que los demás piensan de mí (imagen) y lo que realmente soy (la verdad sobre mí mismo)..Lo que es evidente es que la vida no irá bien sin grandes dosis de olvido. Saber perdonarnos los fallos y errores del pasado significa tener buena salud mental. La vida necesita talento y capacidad para superar los reveses y traumas que se han ido produciendo a lo largo de ella. ..La fortaleza es la virtud de los que soportan y resisten. Es fácil orientar la vida en las distancias cortas, pero sólo las personas singulares y de gran solidez son capaces de diseñar la vida para las distancias largas. Es necesario tener una visión larga de la jugada existencial. Las voluntades débiles emplean discursos y teorías, mientras que las fuertes lo traducen en actos coherentes y positivos…

Cada uno necesita resolverse como problema. El hombre o la mujer maduros son aquellos que han sabido reconciliarse con su pasado. Han podido superar, digerir e ir cerrando las heridas de atrás. Y a la vez, ensayan su mirada hacia el futuro prometedor e incierto…La vida es como un bumerán: movimientos de ida y vuelta. Lo que siembras, recoges. La vida es un resultado y a la larga sale lo que hemos ido haciendo con ella. Lo  importante es que no pasen los años tirando de la existencia sin que sepamos llenarla de un contenido que merezca la pena, y que se inserte dentro de un programa personal que cada uno debe ir trazando. Lo importante no es vivir muchos años, lo esencial es vivirlos satisfactoriamente con el alma. La vida es plena si está llena de amor y uno consigue poseerse a sí mismo. Ser dueño  de uno mismo, es pilotar de forma adecuada la travesía que uno ha ido escogiendo, procurando ser fiel a uno mismo y a sus principios…

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Los griegos decían que en la vida se podían describir tres etapas: una primera en la que uno es autor, otra que le sigue en la que uno es actor, y una última en la que uno es espectador. Cada una corresponde a un tiempo histórico: Futuro, presente y pasado. Las secuencias al revés. Cuando uno es joven está lleno de posibilidades; todo puede ocurrir, pero cuando uno es mayor está lleno de realidades. Posibilidades y realidades constituyen un arco en el que se sitúa la realización personal…

La prosperidad está siempre en el porvenir. Pero la base debe ser ésta: sentirse uno a gusto consigo mismo, que es conditio sine qua non para que se relacione bien con los demás. Tener una cierta paz interior, hilvanada en su fuero interno de coherencia e invención. Una mezcla de inteligencia bien compensada con sentimientos positivos, que son capaces de disolver todo aquello del pasado que hiere y pone sobre la mesa lo peor de uno mismo. El pasado debe servirnos para dos cosas: como arsenal de conocimientos que se han ido depositando en nuestra biografía y que constituyen ese subsuelo privado de la memoria que se llama experiencia de la vida. Sabiduría silenciosa y elocuente, callada y a voces, que actúa sin nosotros saberlo. Y también nos sirve para aprender en cabeza propia. Pasado, presente y futuro. Recuerdos, datos e ilusiones. Posibilidades y realidades. Amor por los cuatro costados. La vida verdadera es un encuentro con lo mejor de uno mismo. Encuadernar la biografía con indulgencia, sabiendo perdonarnos y cerrar sus heridas con suavidad y comprensión.


La felicidad es la ley natural del ser humano, es como la réplica de la ley de la gravedad; todos aspiramos a ella. Hoy para bastante gente, la felicidad queda reducida a bienestar, nivel de vida y posición económica. Pero la felicidad a la que debemos aspirar ha de ser razonable, no utópica, en la que el amor, el trabajo y la cultura den  de sí al máximo. La felicidad no es la alergia al sufrimiento, sino el sufrimiento superado, al sobrenaturalizar los reveses, golpes y ese verse uno zarandeado por la marea negra de la frustración, las derrotas y el árbol genealógico de los Buendía: Física y Metafísica. El tiempo, ese testigo impertinente de nuestra vida, asiste y resiste a los embates de la condición humana.”

ARTÍCULO PUBLICADO EN «NOTARIOS Y REGISTRADORES.ORG» por Enrique Rojas, médico psiquiatra.

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