Hace años un amigo me explicó qué era la exclusión social. Imagínate -me decía- que muchos de los hombres y mujeres del país estamos en una gran piscina de aguas limpias y azuladas. Nos divertimos, nadamos. Se pasa bien. Hace calor. De repente un remolino te succiona al fondo y te cuelas por unos agujeros. Caes a través de un enorme colador a otra gran piscina de aguas verdosas y sucias donde bracean miles de hombres y mujeres. De repente llega otro torbellino te desprendes hacía los agujeros -esta vez más pequeños- a otra piscina inferior. Ahí las aguas están sucias. Hay desperdicios por todas partes. Cuesta nadar. Muchos se ahogan. De repente otro torbellino: vuelta a caer por el colador. Caes en un cenagal. Hace frío, mucho frío. Es una mezcla de agua y fango. Este lodazal es la exclusión social. Ir cayendo de piscina en piscina es quedarse en el paro, no poder pagar la hipoteca, no llegar a fin de mes. Los amigos te dejan o los dejas. Empiezas a pasar hambre psicológica y físicamente. Es el final. Salir de allí es difícil, casi imposible.
La crisis que tanto ha negado la izquierda engulle cada mes a miles de españoles hacía la exclusión social. Debemos hacer algo. Esto no puede seguir así.
Antoni Bosch Carrera. Notario de Barcelona y profesor universitario.