Cronica del confinamiento: mi parcela

Pensaba que esto era agresivo. La lucha por la sobrevivencia; el día a día; las prisas. Buff!! A veces parece pesado vivir. Mi jefe me pide cada vez más. Hasta mis amigos me achuchan. !No puedo más!

Estaba cansado. Ya no podía más de los ansiolíticos, los gimnasios, las dietas… El stress era insoportable y de repente vino él.

Silenciosamente. Fue de repente. Inundo mi vida de una forma inesperada.

Hoy 16 de marzo ya estoy en mi casa. Y mañana y al día siguiente. Así llevo más de dos meses. Empezaban igual. Dormía más horas, unos kilitos de más. Estaba con ellos todo el día: nos mirábamos, veíamos nuestras películas. Conversábamos. Hablamos de esas cosas que hablamos de novios. Miradas. Complicidades.

Poco a poco, descubrí “mi parcela”. Mi mujer, mis hijos, mis nietos, mi thermomix, mi casa,  y un largo etcétera.  Es bonita mi parcela. Siempre en su sitio. Por la mañana el día llega poco a poco, luego la tarde cae. Se alarga la noche con sus susurros.

Me gusta mi parcela. Todo en ella, sus personas, sus cosas, las habitaciones con vistas al parque verde. Es bonita mi parcela. No conocía. No la reconocía. Ese aroma tan nuestro. La sonrisa a punto. La conversación justo en el momento. Esa mirada cómplice. ¡Cómo me gusta mi parcela!

¡Dios bendito por ayudarme! ¡Por descubrir mi parcela!

 

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