Como ser humano quedo desconcertado ante el fin de inocentes causada por fenómenos naturales. Hace poco el tsunami de Japón, ahora en nuestra casa la muerte y destrucción del terremoto de Lorca. No me explica -ni mi fe ni mi razón- la causa de la muerte fortuita y gratuita de personas inocentes. No entiendo el dolor gratuito. ¿Si Dios existe porque lo permite? No lo sé. Espero que lo llegare a conocer a su debido tiempo…
Mientras, el tormento persigue nuestra alma y atenaza nuestra razón. El dolor y el sufrimiento forman parte de nuestra existencia. Darles la espalda lleva a desesperanza y a mayor desconsuelo. Reacciono: al dolor hay que mirarlo a la cara y abrazarlo para que su fuego abrasador nos purifique. El dolor fue elevado a la categoría mas alta en la cruz del calvario hace dos mil años. Es la paradoja: el dolor -causado por la enquina humana o por el furor de la naturaleza- nos hace más humanos y más puros. La paradoja sigue: la muerte nos da la Vida. !Qué bonito es tener fe!
A mis compatriotas de Lorca les envío un abrazo que comparta su dolor. El dolor compartido es una fuente de alegría interior: otra paradoja. En medio del desastre, la ruina y la calamidad no podemos dejarle hueco a la desesperanza.
Antoni Bosch Carrera. Notario de Barcelona y profesor universitario.