La fractura del consenso: ¿Hacia dónde va España?

La fractura del consenso ¿Hacia dónde va España?. Cristal fracturado.

La relación entre la sociedad española y su clase política es un espejo de un viaje que va del consenso al desencanto. Dos momentos definitorios, la Transición y la crisis de 2008, marcan una fractura que ha hecho que el “espíritu de la Transición” parezca hoy una reliquia del pasado.

El tiempo del acuerdo: La Transición como pacto

Después de la muerte de Franco, la confianza se construyó sobre un pacto silencioso: la clase política, liderada por figuras como Adolfo Suárez y Felipe González, proyectó una imagen de juventud, honestidad y compromiso democrático, muy distinta a la opacidad del régimen anterior. Esta confianza se solidifica con la capacidad de acordar lo fundamental. Los Pactos de la Moncloa (1977) y la Constitución Española (1978) demostraron que los partidos podían aparcar sus diferencias para modernizar el país y superar la crisis económica derivada del aumento de los precios del petróleo (1973). La modernización económica y la integración en Europa, lideradas por los gobiernos socialistas desde 1982, consolidaron la sensación de que el camino elegido era el correcto.

En este contexto, la política fue una aliada del consenso. Se buscaba la moderación, el entendimiento. dijo Adolfo Suárez en 1976, «pertenezco, por convicción y talante, a una mayoría de ciudadanos que desea hablar un lenguaje moderado, de concordia y conciliación.»»

El tiempo del desencanto: La fractura del proyecto común

La gran crisis de 2008 marcó un punto de inflexión. La bonanza económica que sostenía la fe en el sistema se desvaneció, dando paso a una profunda desconfianza. La corrupción, con casos como los ERE de Andalucía o el caso Gürtel, se convirtió en la principal causa de este desencanto, revelando una red de intereses personales por encima del bien común. La sensación de que el nivel de vida se estancaba y el acceso a la vivienda se hacía casi imposible para la clase media erosionó aún más la credibilidad del sistema.

Hoy, el «espíritu de la Transición» ha desaparecido. La polarización se ha instalado en el debate público y se ha hecho imposible llegar a nuevos consensos en temas cruciales como la memoria histórica, la unidad de España o el sistema educativo. La falta de acuerdo entre los principales partidos, y la percepción de que la clase política se preocupa más por sus propios intereses que por el bienestar de los ciudadanos, han sustituido al espíritu de pacto de hace décadas. La respuesta de la sociedad fue la aparición de movimientos como el 15M, que reclamaban una nueva forma de hacer política. El consenso fue la piedra angular de nuestra democracia. Hoy, la política de bloques ha sustituido al diálogo, y la gran incógnita ya no es qué modelo de país queremos, sino si somos capaces de seguir siendo un país. Como  ha reflexionado Carlos Alsina en sus monólogos Más de Uno en Onda Cero, la política ha dejado de ser el arte de unir y se ha convertido en el arte de separar.

La incógnita de España como proyecto

La España de hoy parece haber perdido el pegamento que la unió en el pasado. La capacidad de pacto que hizo posible la Transición se ha desvanecido. Esto abre una serie de incógnitas sobre el futuro de España como proyecto común. ¿Es posible recuperar el diálogo y el consenso en un momento de máxima polarización? El gran desafío de la clase política actual no es solo resolver los problemas del país, sino, ante todo, recuperar la confianza de una sociedad que, tras un viaje de optimismo y prosperidad, se enfrenta a un futuro de incertidumbre.

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